Pasen y quieran.



No hay mar que por bien no venga, y tu playa siempre ha sido mi paraíso favorito.
Tú. Playa. Siempre has sido mi paraíso favorito.

Te he querido 
creado
y creído.

Ya ves: tengo un corazón abierto; 

soy peligrosa.


La poesía es todo lo que tú miras porque eres capaz de convertirlo en casa.
Mi casa es todo lo que tú miras porque acabas convirtiéndolo en poesía.

Sabes dulces-me dices; y pienso: ’yo.. que estoy hecha a base de sal y heridas de todas las despedidas que me han regalado.’

No te has dado cuenta pero suenan violines desde que asesinas los días conmigo.

Hemos traído el invierno al sofá en pleno verano por el simple y puro placer de tener los pies fríos y que me dejes tus calcetines,
por el simple y puro placer de desnudarnos por dentro y sentir que estamos muriendo de vida.

He perdido el miedo a volar; y me he dado cuenta de que tus labios son el acantilado de mi vida.
He perdido el miedo a llorar; me lo arrancaste con esos dientes afilados que parecen balas.
He perdido el miedo; y ahora todo me sabe a la primera noche.

Ando de puntillas y encuentro todas las ventanas despiertas, con sueños descalzos y mirándonos de reojo mientras urdimos planes contra el tiempo.

Ahora son las canciones las que lloran cuando nos escuchan susurrar y se desangran por los ojos cuando nos ven deshacer derrotas entre las sábanas.

Me he encontrado a mí misma llegando tarde a todas partes por verte nevar entre mis piernas.

También he encontrado restos de rabia entre tus dedos por no encontrarme cada mañana en tu cama;
además de un par de gemidos ahogados en tu garganta y unas llaves debajo de tu almohada.


Pero no te preocupes; pasa sin llamar:

he dejado el corazón abierto para que entres y no te vayas nunca.





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