Apuntes nostálgicos.
Ya sé que a veces, sin querer,queriéndote, he sido una hija de la grandísima puta.
Pero es que, mi vida, te ponías tan guapo cuando llorabas.
Abrimos ventanas sin cerrar puertas. Y claro.
Pero venías con los te quieros bajados hasta las rodillas,
y los labios cortados de tanto besarme fuerte que era imposible no comerte.
Y nos quisimos, hasta odiarnos.
Hasta que la saliva se nos gastó de tanto corrernos.
Entre los doce mil pasos de tu casa a la mía nos dejamos la garganta de tanto callarnos.
Saltamos charcos, y esquivamos derechazos;
mientras subíamos montañas y nos follábamos duro al tiempo.
Y es que tenía que decirte, mi amor, que la vida es jodida;
y que tú y yo nos supimos joder pero que muy bien.
Cometimos todos nuestros errores, y no volamos;
caímos al vacío, pero siempre de la mano.
Nos quisimos con todo el cuerpo, y más corazón.
Te quise, domingos incluidos.
Cines y cigarros.
Navajazos y flores rotas.
Me salvaste de caídas y te tumbaste conmigo a ver pasar trenes.
Me fumaste a pulmón,
y yo te mataba a besos cuando, cada día, me gritabas tu amor.
Me enseñaste que sin dolor, no hay poesía;
y que los suspiros contaban nuestros pasos;
y que lluvia incluida, me querías hasta morirte.
Pero el tiempo, al final, terminó acostado entre nosotros.
Acariciándonos los años.
Y ahora; tú allí, y yo aquí.
Sigues estando igual de guapo cuando lloras,
y la miras.
Mientras piensas en mí.
Pero es que, mi vida, te ponías tan guapo cuando llorabas.
Abrimos ventanas sin cerrar puertas. Y claro.
Pero venías con los te quieros bajados hasta las rodillas,
y los labios cortados de tanto besarme fuerte que era imposible no comerte.
Y nos quisimos, hasta odiarnos.
Hasta que la saliva se nos gastó de tanto corrernos.
Entre los doce mil pasos de tu casa a la mía nos dejamos la garganta de tanto callarnos.
Saltamos charcos, y esquivamos derechazos;
mientras subíamos montañas y nos follábamos duro al tiempo.
Y es que tenía que decirte, mi amor, que la vida es jodida;
y que tú y yo nos supimos joder pero que muy bien.
Cometimos todos nuestros errores, y no volamos;
caímos al vacío, pero siempre de la mano.
Nos quisimos con todo el cuerpo, y más corazón.
Te quise, domingos incluidos.
Cines y cigarros.
Navajazos y flores rotas.
Me salvaste de caídas y te tumbaste conmigo a ver pasar trenes.
Me fumaste a pulmón,
y yo te mataba a besos cuando, cada día, me gritabas tu amor.
Me enseñaste que sin dolor, no hay poesía;
y que los suspiros contaban nuestros pasos;
y que lluvia incluida, me querías hasta morirte.
Pero el tiempo, al final, terminó acostado entre nosotros.
Acariciándonos los años.
Y ahora; tú allí, y yo aquí.
Sigues estando igual de guapo cuando lloras,
y la miras.
Mientras piensas en mí.
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